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lunes, 22 de marzo de 2010

Murió Doña Felipa, la curandera que hizo leyenda


El llanto y los abrazos se cruzaban ayer en Neumotisiología del Hospital Marcial Quiroga. Había muerto Doña Felipa Rojas, la sanadora de Tudcum, Iglesia, que observaba la orina de la gente y usaba yuyos para curar.
A los 104 años de edad había dado señales de que sabía que no iba a salir de su problema respiratorio que la tenía internada desde hacía 22 días. Ella, cuando tenía salud, recibía a decenas de personas diariamente que tenían fe en su don. Como mujer de campo toda su vida crió gallinas y otros animales, plantó huertas y llenó de jardines su casa. Y además de sus 10 hijos crió a 7 más que la gente le entregó.
Justo para su cumpleaños, el 14 de febrero (Día de los Enamorados), se descompuso como en otras ocasiones del pecho, aunque ya acarreaba problemas renales y de huesos. Desde ese momento quedó internada. Todo el tiempo la mujer quería volver a Tudcum, decía que se iba a mejorar si volvía, comentaban sus familiares. Pero estaba grave, los médicos no aconsejaban que se fuera.
En su último cumpleaños su documento decía que llegaba a 96. Pero ella recordaba que tenía 8 cuando la anotaron.
Desde hace un año atrás, Felipa ingresó tres veces al hospital por problemas respiratorios y de la tercera sabía que no iba a salir. Y falleció ayer, para el Día de la Mujer. "Ella me agarró la mano y con la otra se señaló. Luego hizo con el dedo índice el gesto que significa no, sabía que le quedaban pocos minutos de vida ayer a la mañana", comentaba Juan, su hijo mayor, que tiene 80 años.
"Me dijo que cuidara a mi hermana y que les dijera a los demás que estaba bien", decía Margarita, una de sus dos hijas que vivía con ella en Tudcum. Además Felipa decía que muchos niños la iban a visitar y sus hijos y nietos creen que eran ángeles porque no la visitaban chicos en el hospital. "Se le fueron los ojitos para atrás y dejó de respirar, murió en mis brazos", comentaba José, otro de sus hijos. La mujer murió a las 10:15 de una insuficiencia cardiaca sumada a una bronconeumonía que padecía desde hace tiempo.
La "médica de la alfalfa", tal como se llamaba popularmente, por su condición de sanadora y porque el lugar donde vivía se caracteriza por las plantaciones de ese pasto, tenía un don que no heredó ninguno de sus 10 hijos propios, ni los 7 que crió. "Eso no se aprende, con eso se nace", decía Rosa, una de sus nietas.
Con su don ayudó a mucha gente: "a algunos los llevaban en camilla hasta la casa después venían caminando a agradecerle a la mami", comentaba Juan. El hombre agregó que las personas a las que los doctores ya no les daban esperanzas iban a ver a su madre e iban recomendadas por los propios profesionales. "Es más, muchos médicos iban a verla para tratar de sobrepasar alguna enfermedad", afirmó el hombre. Pero además de sanar, hizo algunas veces de partera. En Jáchal cuando ella era joven, le ayudó en el parto a una amiga, recordaban sus hijos.
A tanta gente sanó que en el hospital Marcial Quiroga, a la hora de visita, aparecían unas 10 personas por día que le agradecían lo hecho por ellas y le deseaban pronta recuperación, según Juan.
Por otra parte, Felipa adoraba a los niños. Incluso en sus últimos días quería que le llevaran a sus bisnietos a la cama para poder cuidarlos. Ese amor la llevó a criar a 7 niños que la gente le entregó porque no los podía mantener. "A ella le gustaba criar chicos y no hacía distinción si eran propios o ajenos", afirmaba Juan.
Otra pasión que tenía era tener animales y cultivar la tierra. "Ella tenía gallinas y chivos y también una huertita con tomates, cebollas y otras verduras. Además regaba mucho sus jardines, tenía uno para la capilla de la virgencita que hizo en la casa y otro para sacar flores para los muertitos", aseguraba Jorge, otro de sus hijos.
Doña Felipa nunca en su vida había estudiado, pero era notable cómo describía la ubicación de los órganos del cuerpo y sus características cuando alguien la consultaba, dicen sus hijos.
Ayer, hasta el mismo gobernador José Luis Gioja se conmovió cuando trascendió la noticia del fallecimiento: "Una pena, la quería mucho. La he visitado muchísimas veces y he ido, siendo o no gobernador, a su casa a tomar mate, yo iba mucho a Tudcum".
El velorio de Doña Felipa estaba planeado para anoche en su casa de Tudcum, Iglesia. Y hoy va a ser enterrada en el cementerio de ese distrito donde están sus padres y otros parientes.
Método: la visión en la orina
La gente que padecía alguna enfermedad tenía que llevar la primera orina de la mañana hecha en ayunas. Siempre había cola de personas, iban más de 50 diariamente a hacerse atender. Por eso debían ir temprano.
Con la luz de la mañana y también de la siesta, si es que a esas horas todavía quedaba gente sin atender, Doña Felipa trabajaba. Se concentraba y mirando el líquido contra el sol, le llegaban a su cabeza visiones de lo que padecía esa persona.
"A ella se le venía todo a la mente y empezaba a decir lo que tenía la persona y con qué yuyos se le podía remediar su problema. Algunas veces la enfermedad no tenía solución y ella era muy sincera, les decía lo que les iba a pasar o cómo tenían que cuidarse para alargar la vida", decía Bety, una de sus nueras. Lo importante también era que les comentaba la causa de sus problemas de salud a los que atendía y muchos se sanaron gracias a eso.
La gente tenía que tomarse el té de los yuyos. Debía hervir las hierbas, esperar que enfriara y luego tomarse el agua. Y después volver si Felipa lo determinaba necesario. La mujer sanadora curó a cientos de personas y no cobraba, sólo recibía una donación que era a simple voluntad.
La "médica de la alfalfa" siempre fue muy creyente de Dios y de la Virgen, hasta tenía una capilla en su propia casa, y decía que ellos le decían qué tenía la gente y qué necesitaba para curarse. Ella rezaba diariamente y agradecía tener el poder que poseía para ayudar a las personas.
Maradona y Kempes, entre los pacientes
Si bien los hijos de la "médica de la alfalfa" afirman que su madre era muy reservada respecto a las personas que atendía y las enfermedades que tenían, dicen que recuerdan que Diego Maradona una vez la visitó para que le sanara un dolor que tenía en la espalda que no se le iba desde hacía mucho tiempo.
También recuerdan que Mario Alberto Kempes, campeón en el mundial de fútbol de 1978 con la selección Argentina, se trató la rodilla con Felipa y se curó. Los hijos dicen que ambos jugadores le hicieron un donativo de dinero y además después le enviaron revistas y fotos.
Además, la visitaba mucha gente de países como Corea, Estados Unidos y España, comentan.

                                                                                          Fuente:Diario de Cuyo y DERF